Crítica feminista de la representación
Ya desde pequeña me gustaba invertir tiempo y divagar sobre qué se consideraba verdad o no. ¿Quién lo dice? y ¿Por qué? eran las preguntas más frecuentes con las que acababa exasperando a quienes (adult@s) estuviesen conmigo, sobre todo cuando empezaba con eso de “¿es verdad o hago como si es verdad?”. Pasó tiempo hasta que llegué a comprender que con aquella práctica estaba iniciando el fluir de mi pensamiento crítico.
🙂
Una de las aportaciones que más valoro del feminismo es precisamente la de facilitar el aprendizaje de que «la verdad» es una verdad construida desde el discurso dominante y por lo tanto es desmontable, analizable y desconstruible. La realidad que se muestra tiene pues fisuras, entre las que se oculta todo lo que no encaje en el discurso domintante y se establecen unos códigos de representación que resultan ser excluyentes, ya sea por el exceso de autorrepresentación masculina, como por la marginalidad de lo que se considera como “la otredad” -según cuál sea el contexto-.
Es fácil de entender porqué uno de los focos de atención iniciales desde planteamientos feministas son los criterios de presencia, participación y representación de la diversidad de mujeres y hombres existentes; conceptos como el de paridad o democracia paritaria han ido avanzando al menos en su dimensión cuantitativa, porque para la cualitativa aún hay mucho que rascar en esta aparente realidad que se resiste a cambiar códigos y sintaxis de dominación.
La crítica feminista, desde posiciones avanzadas, aporta en estos momentos elementos claves para cuestionar, redefinir y subvertir el sistema patriarcal,a través de la reconceptualización:
El sujeto como una entidad cambiante, que se multiplica y diversifica.
La relación entre las formas de opresión y las formas de comprensión o aceptación formal desde la construcción de la teoría.
La marginalidad como una ubicación y de su identidad como una desidentificación.
Y al mismo tiempo aporta tambień la elaboración de nuevas estrategias y alianzas:
El autodesplazamiento, que expresa el movimiento simultáneo social, subjetivo, interno y externo y que es en realidad un movimiento político y personal.
Las REDes y el ciberfeminismo como estrategias para visibilizar los posicionamientos desde las relaciones sinérgicas.
Pingback: lkstro.com » De mapas, territorios e identidades